jueves, 23 de febrero de 2017

Cuento de carnaval.

Paulo se levantó aquella mañana más contento de lo normal. Parecía que los problemas ese día eran menores de lo que realmente era. Por un momento olvidó levemente que estaba solo, que vivía de la caridad de la que fue la mejor amiga de su madre, Rosanny. Los padres de Paulo murieron tiroteados en una reyerta en las calles de Río de Janeiro cuando  paseaban tranquilamente. Paulo solamente tenía cuatro años. Rosanny se hizo cargo de él hasta que éste cumplió diez años.
Ahora Paulo tenía catorce años, vivía en una casa con otros dos chicos en condiciones similares y trabajaba en una fábrica por un sueldo precario durante catorce horas al día que apenas le daba para poder comer.
Pero ese día era el primer día de carnaval, el día que todo el mundo en Río de Janeiro espera, y Paulo se sentía de manera especial.
Tal vez fue su situación personal la que le hizo ser así, pero él se sentía inmensamente feliz y pleno cuando ayudaba a los demás.
Paulo dedicaba sus pocas horas libres a colaborar en un orfanato cerca de su pequeña casa. Y para estos días tan especiales habían preparado un gran desfile por las calles cercanas al centro.
Utilizaron cartulinas de colores, bolsas de basura, cartones, pinturas...todo ello era donado por la caridad de la gente para que los niños del orfanato pudiesen disfrutar al menos un poco del gran carnaval de Río.
El chico era tan solidario que llegó a pasar noches enteras elaborando los disfraces que los niños lucirían en el desfile de carnaval. Era sumamente feliz. Sentía que alguien hacía por aquellos niños lo que nadie, excepto Rosanny, había hecho por él a lo largo de su vida.
El sufrimiento y el vacío que sus padres habían dejado en su vida era irreparable. Pero al ayudar a esos niños sentía que ese gran vacío no sonaba tan hueco como antes.

Sus ojos brillaban, tanto o más como los de aquellos niños que vestidos de mil colores reían, cantaban y bailaban por las calles.
Y por unos momentos, y gracias al carnaval, Paulo logró olvidar levemente su pasado. Sólo le importaba que esos niños, que estaban pasando por una infancia tan dura como la suya. Fuesen todo lo feliz que pudieran, tanto como él lo era en ese momento.

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